«La verdad está oculta únicamente porque no queremos mirarla» G.I. Gurdjieff. «Es fácil decir: ¡es pueril!. Es pueril creer que vendándose los ojos ante lo desconocido, se suprime lo desconocido». Víctor Hugo. Cuando hablamos de hermetismo hacemos una clara referencia a las enseñanzas ocultas de Hermes, de quien ya hemos hablado en el capítulo tercero tratando parte de sus enseñanzas. Sin embargo, el hermetismo alcanza a todo el conocimiento que se transmite de una forma oculta, secreta y misteriosa. A lo largo de este capítulo abordaré la simbología de ese hermetismo, omitiendo obviamente todo aquel simbolismo que ya está incluido en la alquimia, la Cábala y la masonería. Posiblemente los orígenes del simbolismo hermético tendríamos que buscarlos en las más antiguas civilizaciones, entre las pinturas rupestres o los grabados que aparecen en las rocas milenarias, en los huesos que fueron trabajados con extrañas marcas cuyo sentido era indudablemente mágico y secreto. En los antiguos rituales y su gran simbolismo religioso.