Cara y cruz de la Nueva Era.
Ya han pasado los tiempos de las percepciones extrasensoriales, el doblar cucharas, la levitación, la visión a ciegas, heridas sin sangre, faquirismo y profetas. De nada sirven los actos de magia y las velas de colores si todo eso no se acompaña de un esfuerzo mental de concentración y atención a uno mismo. La gran revolución de la Nueva Era es que nos mostró que el camino para evolucionar, que el camino iniciático estaba en nosotros mismos, y que era trabajando con nuestro cuerpo y con nuestra mente cuando empezábamos a progresar y evolucionar, en el momento que eso sucedía de una forma equilibrada, armónica y sincera, nuestro valores externos cambiaban y nuestros objetivos dejaban de ser mundanos para convertirse en más espirituales y placenteros.